Capítulo 5: Otoño
Capítulo 5: Otoño
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Luego
de conseguir la información necesaria se dirigió a la iglesia más cercana, con
la esperanza de conseguir información acerca de Tártaros, necesitaba saber si
eran tan peligrosos como especulaba.
Para
llegar a ella se vio en la obligación de utilizar un teleférico, para acceder a
la zona intermedia de la montaña, unos diez minutos de recorrido más o menos;
tiempo valioso que hoy no podía desperdiciar.
Mientras
estaba allí, pensó en enviarles un mensaje a sus compañeras, pero aún no
disponía de total confianza en la información de la cual disponía; no de su
veracidad, sino de que fuera suficiente para detenerlas.
Finalmente
llegó a la pequeña iglesia, estructurada prácticamente similar a la Catedral de San Basilio. Quizás un
homenaje o una vil copia.
A
diferencia de las zonas anteriores que había visitado de la ciudad, todo era
más tranquilo, menos ruido y con una cantidad limitada de transeúntes.
Sin
demora ingresó al recinto, incluso su pintoresco interior era muy similar al
original, con la más obvia diferencia que la mitología relatada concernía a leyendas
e historias de las hadas.
[Alerta:
haz ingresado al Templo de Ágata, territorio santo dominado por las Hada. Ahora estás bajo la vigilancia de
Otoño; todas tus estadísticas han
sido reducidas un 30%, una restricción te prohíbe el uso de la magia, se
castigará cualquier uso de violencia u ofensa al recinto o sus integrantes.]
Deambulaba
silenciosamente entre los arcos y ornamentas decorativos, seguida por el sonido
de sus pasos y una relajante melodía apenas audible.
La
paz que rodeaba al lugar era a un punto aterradora, suficiente para que
estuviera nerviosa, incluyendo la vigilancia de Otoño, se sentía bastante
incomoda.
—
¿Puedo ayudarte? —preguntó una dulce voz detrás de ella.
Rápidamente
giró de la impresión, acaba de cruzar el arco de la puerta, y no hubo nadie con
anterioridad por lo que se asustó, sin embargo, la chica estaba justo al lado
de la entrada, debió pasar a su lado sin percatarse de ella.
La
chica llevaba un hermoso vestido adornado con algunos metales y tonos otoñales,
bellos ojos como la miel con pequeños tonos verdosos, adornaban su delicado
rostro infantil, su piel como la nieve, pestañas y cejas bien cuidadas, pelo
corto y rojizo.
Descalza,
pero con un Lial de metal o material
de vibrante cromado, tal vez plata.
[Lial: grilletes o pulseras
que llevan sobre los tobillos conectados con cuerdas o cadenas a los anillos
que portan en los dedos de los pies. También los hay para las manos.]
No
hay que olvidar sus preciosas cuatro alas como de libélula color verdoso
semi-transparentes. Medía poco más de un metro de estatura, y llevaba entre sus
manos un bonsái con sus hojas otoñales.
—
Lo siento, no te había visto, soy Lahei. —dijo tratando de ocultar la impresión
que había sentido.
—
Soy Lele-laila Loren, soy la
encargada de asistir a los visitantes. —dijo con una dulce y encantadora
sonrisa.
—
Estoy buscando infoimación sobre un grupo llamado Táitaros, escuché que aquí
podrían ayudaime. —dijo mientras trataba de ver sus estadísticas porque no
sabía si era un PJ u NPC, pero la vigilancia de otoño se lo impedía.
—
Supongo que te has equivocado de lugar, este es un recinto sagrado de adoración
a la Diosa Lele-Laila, dolorosamente no puedo servirte de ayuda con dicha
tarea, sin embargo, de necesitar algo más estaré encantada de servirte. —dijo
calmada mirándole directamente.
—
Todo mundo sabe que no son más que comeiciantes, sé de buena fuente que lo que
busco está aquí… Sólo dime cuánto quieres poi la infoimación. —dijo muy
confiadamente.
[Alerta;
tus palabras han ofendido la ley de otoño, has sido castigada con la expulsión inmediata.]
Apenas
logró leer el mensaje cuando fue instantáneamente tele transportada fuera del
interior y el territorio de la iglesia, hasta la calle de enfrente.
Enfurecida
regresó rápidamente, pero no pudo ni siquiera poner un pie en el territorio,
más allá del muro, súbitamente otro mensaje apareció.
[Alerta; fuiste expulsada por infringir las
leyes de otoño. Tiempo restante antes de que la sanción sea removida: (7 días). Si
buscas la reivindicación debes brindar una ofrenda mayor a tu error. La
probabilidad de obtener el perdón dependerá de la ofrenda]
Estaba
tan enfurecida que lo único que hizo fue reír, mientras golpeaba con sus puños
desnudos la barrera que le impedía regresar al recinto.
[Alerta;
estas perturbando la paz, estás a punto de ser considerado un ser hostil para
la iglesia y podrías llegar a ser arrestada por perturbar la paz ciudadana.]
Luego
de ver el mensaje se calmó y alejó unos metros de la barrera, porqué los
guardias de las cercanías le miraban detenidamente. Tener problemas con las
autoridades no era conveniente en este momento de desesperación.
Después
de pensar claramente regresó a la barrera y abrió su inventario. En él podía
ver un número que marcaba la probabilidad de que fuese perdonada.
Los
más bajos del 20% correspondían a objetos que eran de muy poca necesidad,
además muy pocos llegaban al 100%, pero ninguno de esos era prescindible y
otros como el huevo de cristal no eran aceptables.
Por
lo que recurrió al dinero 200 monedas de oro (20%) para ser exactos y un frasco
de veneno de escorpión (70%), no necesitaba el veneno, pero le dolió un poco el
dinero.
[Alerta;
tu ofrenda ha sido recibida con gracia delante de los ojos de Otoño y la
sanción ha sido removida.]
…
De
regreso en el interior volvió a la sala donde se había encontrado con la hada,
sin embargo, está ya no se encontraba allí; deambuló unos minutos hasta llegar
al salón principal.
Ahí
estaba ella junto al Árbol Sagrado;
extraño árbol de tronco blanco y hojas doradas, que despedían cierto brillo,
además de pequeñas partículas como llovizna de pétalos dorada que caían
apaciguadamente desde el halo solar que lo rodeaba desde las alturas.
Su
presencia daba un aura de divinidad al recinto. Imposible no contemplarlo con
asombro.
—
Empezamos con ei pie equivocado… Vamos a empezai de nuevo, me dijeron que
trajera esto y ustedes me darían las respuestas que busco. —dijo seleccionando
muy bien sus palabras y sacó el huevo de su inventario.
—
Lo que portas es la invitación de otoño, lo que debes hacer es colocarla bajo
el Árbol Sagrado; él decidirá si puedes obtener las respuestas que buscas o no.
—respondió señalándole el lugar exacto donde debía hacerlo.
Quería
mantenerse al margen, así que se limitó a hacerle caso. Se acercó al árbol, y,
colocó el huevo en la base; justo en medio de un claro entre sus raíces.
Esperó
impaciente durante unos segundos, pero no pasó nada… Se giró y miró a la hada
en busca de respuestas.
—
¿Poi qué no pasa nada? —preguntó molesta, pero mantuvo su tono al margen.
Lentamente,
el huevo empezó a quebrarse… Entonces; le dijo que volteara… Repentinamente, el
huevo estalló liberando una luz cegadora. Cubrió sus ojos por la inmensidad de
luz.
No
sabía que estaba pasando, tampoco podía ver nada, sin embargo, sintió
brevemente ese hormigueo característico que se siente al ser tele transportado.
—
Puedes abrir tus ojos.
Despacio,
quitó las manos de sus ojos. Efectivamente; tuvo razón había sido transportada,
aunque no sabía a dónde, sus ojos aún no se habían adaptado al brillo natural.
Parpadeó
un par de veces antes de empezar a ver con claridad.
Se
encontraba en un inmenso salón, repleto de flores de tonos rojos, amarillos,
marrones y naranja, los cuales predominaban sobre el ocasional color verde.
Los
muros y columnas estaban rodeadas por musgo verde y lianas con tonalidades
otoñales, el suelo estaba cubierto de hojas secas producto del otoño, tantas y
tan diversas que apenas lograba ver las baldosas bajo ellas.
El
sonido del viento llevaba consigo una melodía angelical; apenas audible, pero
ayudaba mucho a sentirse relajado. Una ligera llovizna se sentía por todo el
lugar, pero no lograba mojar por su ligereza.
Además
un delicado aroma perfumaba el lugar. Aquello que pensó eran columnas comunes
resultaron ser troncos de árboles, algunos de corteza gruesa, otros no.
Más
adelante, vio escalones de madera finamente tratada. A cada lado de ellos un
enorme flamboyán cubiertos por un manto rojo y algunas marcas verdes.
Al
final de los escalones había un trono de madera.
No
es exactamente un trono, sino más bien un capricho inusitado de la naturaleza.
Sobre
él se encontraba una hermosa hada de rojizos ojos con pequeños tonos
amarillados, cortas trenzas como ámbar trenzado, y una diadema rojiza como las
hojas del otoño.
Un
despampanante vestido de la mejor seda posible con bordados y diseños de hojas
y arboles otoñales, un precioso liar de oro tanto en sus delicadas manos, como
en sus delicadas piernas.
Piel
acaramelada, hermosa y delicada; preciosas alas como la más hermosa mariposa,
anaranjadas, con franjas negras y algunos puntos negros.
[Alerta;
la vigilancia de Otoño se ha intensificado; estadísticas reducidas un 50%, no
puedes salir, escapar o transportarte sin su permiso. Se
ha cortado toda comunicación con el exterior, se te ha bloqueado el uso de la
magia, los aparatos tecnológicos no funcionan aquí.]
—
Puedes retirarte, Loren. —dijo con delicadeza, aunque su voz transmitía firmeza
y autoridad.
Apenas
concluyó la oración y ella fue tele transportada fuera del lugar.
Laher,
estaba asustada porque estaba totalmente indefensa en aquel lugar, aunque es
muy poco probable que hiciera algo contra ella, puesto que ellas no eran
conocidas por su agresión, sino por su hospitalidad y amabilidad.
—
Por qué no te acercas y tomas asiento.
Justo
en medio del salón emergieron decenas de raíces a través de las baldosas,
juntándose hasta crear un trono, dándole una sensación de familiaridad a Laher.
—
Espero sea de tu agrado, así es como recuerdo el Trono de Esmeralda. —dijo mientras Laher, tomaba asiento.
[Trono de Esmeralda: es el
trono real de la tribu Élfica, una reliquia que únicamente el emperador puede
ostentan, simboliza la realeza Élfica.]
…ni
siquiera podía ver sus estadísticas y no las necesitaba para contemplar la
divinidad del ser frente a sus ojos.
Nombre: Otoño, Raza: Hada, Nivel: ¿?, Clase: Semi-Diosa, Título: Gobernante de la tribu Hada.
…
Había
escuchado de la existencia de Dioses y Semi-Dioses, pero nunca imaginó que se
encontraría ante la presencia de uno de ellos y muchos menos bajo estas circunstancias.
Estaba
sumamente nerviosa y tenía miedo de poder ofenderla nuevamente, porque no
tendría escapatoria de su ira, si llegase a airearla.
—
Mí…mí no…nombre e…es L…L…Lahei… —dijo tartamudeando, luego calló.
—
Sé quién eres y a qué has venido, soy consciente de todo cuanto sucede en mis
dominios. Te sugiero que seas concisa, pero cuida tus palabras. —dijo puesto
que ella se había mantenido en silencio por más de diez segundos.
Inhaló
profundamente y exhaló lentamente.
[Alerta;
estás bajo la influencia de la Esencia
de Otoño, tu mente ha sido calmada, ahora puedes pensar con claridad. Los
cambios de estado relacionados con la mente serán neutralizados durante las
siguientes 2:40:00.]
—
Estoy buscando información relacionada con un grupo criminal llamado Tártaros y
sus integrantes, Hades, un mago negro, Masamune, un ninja, Anubis, una
vampiresa y otro integrante del cual desconozco su nombre y datos, pero mis
amigas y yo asumimos que debe tratarse de un Tecnópata; igualmente suponemos
que es el líder. Lo que necesito con exactitud es su ubicación, y el nivel de
peligro que representa su organización. —dijo calmada y concisamente, más clara
de lo que nunca hubiese hablado en la vida.
—
Excelente, ¿qué puedes ofrecer a cambio de dicha información? O ¿acaso puedes
pagar el precio establecido?
—Puedo
pagar con dinero o con mis servicios en alguna tarea.
—Tú
nivel no es el requerido para la tarea y no posees la cantidad necesaria para
pagar por ella. —hizo una pausa por unos segundos—. Pero, puedes darme el Cemí de Bayamanaco.
[Cemí de Bayamanaco: objeto de
clase legendaria encontrado por Bagael, nunca dio datos de dónde ni cómo se
hizo con él, pero se lo regaló a SunShine, porque está sellado con un sello de
fuego, el cual no lograron abrir, después de diversos intentos, ella se lo
entregó a Laher, para que averiguada que hacer con él, pero hasta la fecha no
le ha servido
de nada.]
Pensando
lógicamente más que en cualquier otro momento de su vida, dedujo que no podría
encontrarle un uso por el momento, así que intercambiarlo por la información
era más beneficioso en el futuro inmediato.
De
su inventario extrajo la estatua de treinta pulgadas de alto, hecha de alguna
clase de madera toscamente tallada, representando al Dios Bayamanaco.
—
Tártaros es una organización fantasma, cuyo peligro es prácticamente nulo, pero
sus integrantes se han encargado de crear una red de misterios y enigmas a su
alrededor, sumiendo a sus perseguidores en la más completa confusión a ella
pertenecen Hades, Masamune, Anubis y Larimar,
una hada bajo mi mandato. —hizo una pequeña pausa para observarla directamente
con sus penetrantes ojos, que desnudaban el alma—. Su colaboración ha sido
beneficiosa para nuestra iglesia y por consiguiente están bajo mi protección.
—dijo mientras desaparecía la estatuilla de sus manos.
Laher,
creyó haberse asustado o sorprendido, pero debido a la influencia de la esencia
de Otoño, su mente se mantuvo calmada en todo momento.
—
Sin embargo, fuera de los muros invisibles que dividen nuestro mundo del suyo;
aquel desconocido que mencionas les protege contra la adversidad de una
realidad que escapa a tu mera imaginación y de la que vanamente participas…
Aquel es peligroso, y el legado que carga sobre su espalda lo es todavía más.
—dijo con un tono más siniestro.
Nuevamente
la esencia de Otoño, influyó en su manera de pensar, rápidamente empezó a atar
cabos sueltos y concluyó que ella estaba hablando del Limbo.
—
Dices estarlos protegiendo, pero me ofreces información sobre ellos y sobre un
nuevo integrante, además aseguras que el Tecnópata pertenece a una organización
diferente y que les cuida la espalda, y que su organización está en el Limbo…
¿Cómo sabes del Limbo? —preguntó calmada, pero intrigada.
—
Conozco mucho más de lo que puedes imaginar, pero no tienes suficiente para
pagar el precio… —dijo desinteresada—. Tal vez, su mejor opción sea olvidarse
de ellos, porque sus intereses afectan a los míos y cualquier imprudencia que
hagas será castigada por mi mano… Quizás piensas que mi influencia está
restringida por las directrices del mundo que me rodea y ciertamente tienes
razón, pero ahí afuera hay algo peor que yo. —dijo con un siniestro tono.
Aún
bajo su influencia, pensó claramente antes de dejarse llevar por las emociones…
—
¿Puedes regresarme a la ciudad? Necesito volver a la realidad. —dijo
calmadamente, mientras se levantaba del trono.
Otoño,
simplemente esbozó una grata sonrisa y en menos de un parpadeo sé encontró de
regreso frente al árbol sagrado.
—¿Esperó
hayas obtenido lo que estabas buscando? Has sido una de los pocos que han
tenido el privilegio de verla en persona. —dijo con su dulce voz Lele-laila
Loren.
—Ha
sido gratificante y he obtenido parcialmente lo que estaba buscando, y algo más
que no debí haber obtenido.
—Estás
bajo su influencia, haz perdido tu descriptivo dialecto y tu tono es sereno y
claro. Supuse que lo haría contigo, es gracioso y algo molesto escucharte.
—dijo con una encantadora y delicada sonrisa.
—Se
me pasará en exactamente 2:12:36. —dijo y se marchó.
…
Mientras
caminaba a la salida pensaba detenida y calmadamente cuál sería su próximo
paso, debía decirle a sus amigas, pero antes decidió poner todos los puntos
claros, iba a entregarles una investigación precisa y detallada, para que de
ese modo no volvieran a pasarla por alto.
Súbitamente,
justo al otro lado de la puerta logró ver a Masamune, y Anubis, justo frente a
ella.
Sus
miradas apenas se cruzaron, rápidamente, tomó su arco, pero antes…
—
¡Jutsu
de Invocación y Posesión de Sombra! —gritó justo al verla, haciendo
veloces posiciones de manos.
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