Capítulo 1 – La Noche Que Todo Cambió
Capítulo 1: La Noche Que Todo Cambió
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El sol se eleva en el horizonte, su calidez abraza
con ternura una pequeña villa, con muy pocos habitantes. En el corazón del
frondoso bosque, alrededor de gigantescos árboles, un pequeño riachuelo y un
lago en la villa Eleven.
— Mamá, voy a buscarlo, volveré en seguida.
Melody Eleven, rubia, hermosa, de azulada
mirada; nieta del fundador de la villa.
Fue al centro de la villa, allí encontró una
conocida suya, una joven de unos veinte años de edad.
— ¿Has visto a Yutaro, por aquí? —preguntó al interponerse en su camino.
— ¡¿Qué?! —dijo sorprendida—. No, no le he
visto, ¡No vuelvas a preguntarme por él!
Dijo molesta y algo asustada, pero trató de
ocultarlo desviando la mirada.
Se alejó rápidamente de ella.
Trató de preguntarle a alguien más, pero las
personas se alejaban de ella con estúpidos pretextos para no irrespetarla al
escucharla preguntar por aquel al que todos le temían.
Decidió ir a buscarlo por las cercanías de
rio.
De camino al rio se encontró con uno de los
guardias de la casa.
— ¿Has visto a Yutaro? Busqué en todas partes,
no lo encuentro.
— Lo vi ir al rio unas horas atrás. No lo he
visto regresar, quizás sigua por ahí.
— ¡Muchas gracias!
Después de hablar con él recordó la cueva que estaba
al lado este del rio. La cual él siempre visitaba para escapar de sus deberes
diarios.
Se sintió algo tonta por no haber buscado allí
primero.
Miró la oscura cueva, entró dando pequeños
pasos, estaba acostumbrada al recorrido.
Fue muy oscura al principio, luego la claridad
retomó el control.
Después de caminar unos cuantos metros comenzó
a escuchar ruidos extraños.
Al llegar a la luz pudo avistar su silueta,
estaba sentado a la orilla del rio subterráneo.
Debajo de las aguas y en las paredes había
unas extrañas piedras que emitían una luz verde-azulada. Peculiar
característica que no siempre honraba con su visita.
— ¡Yutaro! Te he estado buscando toda la
mañana, dijiste que hoy almorzaríamos juntos. ¿Qué estás haciendo? —dijo molesta,
mientras se acercaba.
—¿Qué quieres? ¿No ves que estoy estudiando? —respondió
volteando.
Mirando a la otra orilla ve repentinamente un
inmenso escorpión, negro como la oscuridad de la noche.
— ¡¿C-c-cuándo regresó?! —dijo tartamudeando de
asombro.
— Que importa, ¿Si sabes que dije eso, sólo
para que te callaras? Harás que tus padres mueran de un infarto si escuchan eso
que quieres decir… Apuesto a que le mentiste, dijiste que ibas a llevar a
alguien más.
— ¡Cierra la boca, demonio! Sé muy bien lo que
hago.
— ¡El monstro se mueve! —dijo sorprendida y
alejándose un poco.
— Quiere decir que las clases terminaron,
salgamos de aquí.
Joven oscura piel, melena negra y rizada.
Lleva una banda que cubre su frente y unos extraños, pero igualmente
deslumbrantes ojos plateados.
Salieron y caminaron a la villa, pero
escucharon un galopar estruendoso que se acercaba a ellos.
Segundos después vieron un furioso toro de
enormes cuernos acercándose a gran velocidad.
¡Súbitamente! Se interpuso entre ella y la
bestia. Esperó el momento justo, lo tomó por los cuernos y lo lanzó
violentamente por los aires, varios metros hasta el rio.
Un hombre que perseguía al animal, al percatarse
de lo sucedido y ver al chico corrió despavorido de regreso a la villa.
— No debiste haber hecho eso, asustaste a ese
pobre hombre mira cómo se aleja corriendo. —dijo sonriendo.
— Como si me importara, lo hice porque el toro
venia hacia acá, de lo contrario hubiera seguido mi camino.
***
De regreso vieron a aquel hombre rodeado por una
multitud, que murmuraban al verlos pasar.
— Es solo un chico, pero tiene la fuerza de un
demonio.
— Yo escuché que si lo llamas esclavo es capaz
de matarte.
— Sus padres son los esclavos de la casa
Eleven.
— Tiene la piel de un esclavo, alguien debe
enseñarle su lugar.
— Saben que tiene un extraño símbolo demoniaco
en la frente, y también tiene un nombre tatuado en el brazo, mi hijo lo contó,
él nunca miente.
— Es solo un asesino con esos malditos ojos
plateados como si fuera un demonio, debemos expulsarlo de aquí antes de que
algo malo pase.
— ¿Por qué será que esos idiotas hablan de mí,
como si no los escuchara? —dijo mirando hacia la multitud con desprecio,
provocando que se asustaran.
— No le prestes atención, es sólo que eres tan
diferente que les das miedo… eres engreído y malo, es difícil no odiarte. —dijo
riendo.
— Eso no ayuda mucho, mejor cállate… Esto
pronto acabará.
— Sabes que tengo razón. No hay forma de que
acabe.
— Sobre eso… hay algo que tengo que decirte…
No es tan importante, te digo después. —dijo dejando una extraña intriga.
Caminaron por toda la villa hasta llegar a la
casa Eleven, la más grande de todas. Sin perder tiempo entraron y pasaron al
comedor.
La mesa ya estaba preparada, sus padres la
esperaban para comenzar a comer, pero la tensión se disparó en el momento que
él tomó asiento, aun sabiendo que no debía hacerlo.
— ¡¿Quién dijo que podías sentarte en la
mesa?! —exclamó apunto de levantarse—. ¿Por qué esta él aquí? Dijiste que
traerías un amigo, pero nunca mencionaste que fuera él, ni siquiera es tú
amigo, es un sirviente.
Dijo con un tono de desprecio, la elegante y
pretenciosa Malta.
— Ya me lo esperaba, ella siempre dice que
deberíamos llevarnos bien y tratarlo mejor. Es tú culpa por no educarla mejor. —dijo
el orgulloso Vincent.
— No creo que sea bueno para nuestra hija
pasar tanto tiempo con los esclavos y mucho menos que los traiga a almorzar a
la mesa principal. He hecho todo lo que puedo con ella, pero no escucha ni a su
madre.
— En primer lugar, mi madre es quien cocina y
lo segundo es que no soy su sirviente, ayudo a mis padres. —dijo molesto.
— Deberíamos atarte al poste de nuevo, pero
esta vez por más de una semana, de ese modo aprenderás tu lugar. —dijo
seriamente Vincent.
— Es una muy buena idea, con otro par de
semana sin agua ni comida creo que aprenderá a respetar.
— ¿Por qué no lo intentas? Solo recuerda que
está vez no me quedare de brazos cruzados. —dijo con una amenazante mirada.
—- ¡Podrían calmarse es solo un almuerzo! —gritó
molesta Melody.
— No es solo un almuerzo es la última vez que
me verán en esta villa. Mi amigo partirá de estas tierras para nunca regresar y
está noche cuando la luna esté en su punto más alto, me iré para siempre.
— ¿Amigo…? Llamas a otra bestia amigo, pensé
que los animales no usaban esos términos. —dijo con burlona sonrisa Vincent—.
Todos en esta villa te odian, no imaginas lo felices que seremos el día que
decidas partir.
Melody quedo atónita al escucharlo.
— A eso te referías… Dijiste que no era
importante. —dijo apenada.
— Me pregunto cuál de ustedes bestias, se
comerá primero a la otra. —dijo riendo Malta.
— Reforzaremos la barrera para que nunca
puedas volver a entrar, aunque lamentaré no ver cómo te devoran las bestias. —dijo
riendo Vincent.
— La barrera ya falló una vez, por qué no lo
haría de nuevo, cuando ya no esté para salvarlos.
— Papá deberíamos escucharlo él puede ver el “Aura” y puede “Hablar con los animales”. —dijo preocupada.
— Te está engañando diciéndote esas
estupideces, es solo un chico que nació con una fuerza sobrenatural, que no
entiende su lugar en el mundo como el esclavo que es… Bah, no lo necesitamos
aquello sólo fue suerte. —dijo molesto.
En esos momentos en los que pasaron
discutiendo llego la sirvienta con la comida.
— ¡Hijo! ¡¿Qué haces sentado en la mesa con
los patones?! —dijo sorprendida Cintia.
— Nada mamá, ya me retiro a la casa tenemos
que hablar. —dijo antes de levantarse de la mesa.
— Cintia, tráeme un poco de vino estoy
sedienta.
Se retiró a casa y esperó a que terminaran sus
tareas diarias para poder hablarles.
Mientras esperaba tomó una mochila y comenzó a
empacar lo que llevaría con él.
Después de una larga espera sus padres
llegaron.
Les contó a ellos sobre cómo podía ver el Aura de las personas y los animales,
también les contó cómo podía hablar con las Bestias Mágicas, que tenía un amigo que era un escorpión mágico y
que le enseñó muchos de los idiomas de las bestias.
Habló sobre cómo se sentía diferente a los
demás y que había decidido partir esa noche en un viaje junto a su amigo.
No era la primera vez que les decía lo mucho
que deseaba alejarse de la villa y seguir su propio camino, pero si era la
última.
Ya se habían hecho la idea de que el momento
en que no podrían detenerlo llegaría muy pronto.
Trataron de convencerlo una última vez, pero
estaba decidido a irse con o sin su aprobación.
Su madre se acercó y le dio un cariñoso
abrazo, se sentó junto a él y le relató una historia que esperaba nunca
mencionar. También le contó deberle la vida a alguien y por eso servía a la
familia Eleven.
— Siempre temí que esté momento llegaría,
nunca has sido un niño normal, tú eres especial… Sin importar que suceda nunca
nos olvides… Te dimos todo el amor que una familia puede dar… Nosotros nunca te
olvidaremos, siempre serás nuestro amado hijo. —dijo llorando su madre.
— Niño, fuiste una bendición para nosotros,
por eso sin importar lo que hayan dicho de ti, yo siempre estuve y siempre estaré
orgulloso de ti… Sin importar a donde vayas, recuerda que está es tú casa y
nosotros tú familia… No importa el tiempo que pase, esperaremos ansiosos tú
regreso y te recibiremos con los brazos abiertos… Tú puedes llegar a ser mucho
más grande de lo que cualquiera pudiera imaginar. —dijo emotivo su padre.
— Yo regresaré y prometo que cuando eso pase
seré más grande que las estrellas y todos aquellos que se atrevieron a burlarse
de mí, se arrodillaran ante mi presencia. —dijo molesto y con una firmeza en su
mirada antes de que sus lágrimas empezaran a brotar.
Momento en que sus padres le dieron un tierno
y cálido abrazo familiar, tal vez, el último que recibiría.
***
El negro velo de la noche cayó sobre la pequeña
villa, el cielo lleno de estrellas y la plateada luz de la luna iluminaban completamente
el bosque mientras ascendía al centro de los cielos.
Tomó la mochila y se dispuso a salir antes de
que la luna estuviese en el centro de los cielos.
Caminó solo por las vacías calles, aunque
quisiera negarlo sabía que iba a extrañar a Melody y a su único amigo.
Antes de partir contempló por última vez la
villa, desde la entrada de la cueva. Vio que alguien se acercaba y esperó para
ver de quien se trataba.
— Espero que tengas un buen viaje, espero volverte
a ver algún día… y no olvides tus estudios ni todo lo que te he enseñado…
Parece que esté es el último libro que te regalo… Adiós Yutaro. —dijo
entristecida Mientras le entregaba el libro.
— Espero que seas una gran maga y que algún
día también abandones esta villa. Lo leeré cuando termine el otro… Adiós
Melody. —dijo entristecido mientras lo guardaba.
¡Súbitamente! Un estruendoso rugido estremeció
sus corazones.
Levantaron la mirada buscando su procedencia
en el firmamento.
¡De repente! El cielo fue iluminado con un
inmenso brillo azul, resplandeciendo en toda la villa.
La deslumbrante luz colisionó contra la
barrera mágica con una descomunal fuerza que hiso temblar la tierra, el fuego
azul, la engulló y se derramaron las llamas sobre el bosque.
La barrera se quebró hasta romperse, el suelo
bajo sus pies se agrietaba, todo estaba temblando, las paredes de la cueva
colapsaban, el techo les iba a caer encima.
Enormes rocas los aplastarían, no podían
correr por los temblores que los empujaban al interior.
La entrada cada vez era más pequeña, las rocas
la cubrían rápidamente.
Yutaro, sujetaba su mano, mientras torpemente
trataba de correr a la salida, pero no tenía esperanza de lograrlo.
Sin embargo, como una sombra salida de las
tinieblas apareció el escorpión, los tomó con su cola y los lanzó fuera de la
cueva.
Pero las rocas bloquearon completamente la
entra, antes de que pudiera escapar.
La cueva colapsó violentamente. Yutaro, se
incorporó rápidamente y fue a socorrerla.
Miraron hacia la cueva, pero había
desaparecido dejando un vago rastro de escombros.
Se preocuparon por el escorpión, pero Yutaro,
se calmó cuando logró sentir su Aura nuevamente.
Regresaron a los cielos, buscando una
respuesta, mas veían asombrados como lentamente la barrera desparecía.
En el centro del firmamento deslumbraba la
luna, iluminando el inmenso bosque, sin embargo… en medio de la luz se avecinaba
una colosal mancha oscura, la sombra de la bestia.
Un terror que hacía temblar sus rodillas se
apoderó de ellos.
Poco a poco la sombra comenzaba a tomar forma
hasta convertirse en una colosal serpiente. Sutilmente se desplazaba por los
cielos, mientras rugía o gritaba repetidamente.
Abrió sus fauces y disparó una colosal
llamarada de fuego azul, estallando con tal potencia que destruyó completamente
la villa en un instante.
Sus ojos contemplaron como todo aquello que
conocían y amaban fuese consumido por el fuego antes de que pudieran siquiera
pestañar.
La voraz onda de choque los mandó volando
hasta el rio…
Cuando salieron del agua el paisaje que sus
ojos contemplaban les aterraba. Sus lágrimas desbordaban las aguas y sus gritos
desgarraban el bosque… Todo fue reducido a cenizas y fuego azul.
Era imposible que alguien haya sobrevivido a
tal destrucción…
— ¡¡Nooooooo!! —gritó Melody, mientras caía de
rodillas al suelo.
Yutaro, estaba perplejo, golpeaba furiosamente
la tierra, mientras de rodillas con la cabeza agachada gritaba con todas sus
fuerzas, sin embargo, los rugidos de la bestia no les permitían escuchar sus
propios gritos.
Aún después de que no quedara nada más que
escombros cubiertos por humo y fuego, la bestia se preparaba para volver a
atacar.
¡Súbitamente! Descendió un inmenso rayo, que
la impactó violentamente en la cabeza.
Descontrolándose, comenzó a lanzar fuego en
todas direcciones. Una de esas llamas se dirigía hacia Melody, pero ni siquiera
se lo notó.
¡Yutaro, corrió para protegerla!
Cerró con fuerza y miedo los ojos, mientras la
abrazaba, su mente estaba en blanco, sólo podía esperar el momento en que el
fuego lo golpeara.
Sin embargo…
Un escalofriante sonido muy cerca de él hiso
que abriera los ojos… sólo para ver como su amigo era consumido por las llamas
azules.
Entre su último aliento exclamó sus últimas
palabras, antes de caer dramáticamente para nunca más levantarse.
— ¡¡NO!! —gritó violentamente, mientras
horrible imagen, desgarraba su corazón.
Ahora lo había perdido todo…
¡De pronto! Atravesando los cielos, descendió
un caballero de edad avanzada, cabalgando un Pegaso blanco como la nieve. Vistiendo
una deslumbrante armadura dorada como el oro fino, en su mano izquierda portaba
una espada de cristal y en la derecha un escudo dorado.
¡Inmediatamente! Una cálida luz amarillenta de
la espada iluminó el cielo nocturno.
Disparó un enorme rayo a la bestia, pero logró
esquivarlo y lanzó fuego sobre él.
Levantó el escudo e invocó las aguas del rio. Ascendieron
rápidamente hasta formar una muralla frente a él. Bloqueando completamente el ataque.
Una nube de vapor lo envolvió, la bestia
aprovechó el momento y se lanzó a devorarlo.
Logró eludir el ataque gracias a la velocidad
de su fiel compañero.
La golpeó con la espada, sin embargo, sus
fuerzas no fueron suficientes para hacerle daño.
La serpiente le regresó con agresividad el
golpe, disparándolos con una fuerza aterradora.
Descendieron como meteoritos sobre el lago, provocando
un violento estallido, Melody y Yutaro, desconocían lo que sucedía justo frente
a sus ojos, pero observaban atentamente.
¡De pronto! Disparó una violenta llamarada
contra el lago, provocando un inmenso estallido que dispersó violentamente las
aguas.
— ¡Inmunda bestia, has deshonrado mi nombre,
ofensa que pagaras con la muerte! —gritó mientras ascendía herido.
— ¡Yo
te invoco, Eltaz!
Momento en que el Pegaso comenzó a despedir un
brillo amarillento, voló a él y ambos fueron envueltos en una esfera de luz.
La serpiente comenzó a preparar un poderoso
ataque, tan violento que sus fauces resplandecían por la inmensidad de las
llamas en su interior.
Entonces, el caballero comenzó a emerger de la
luz, con un cuerpo más joven y vigoroso, una despampanante melena plateada, una
deslumbrante e incomparable armadura blanca, las imponentes alas del pegaso en
su espalda, ya no portaba el escudo, sin embargo, la espada mantenía su
descriptivo brillo, mientras pequeñas descargas eléctricas recorrían todo su
cuerpo.
Se encontraba de pie, flotando a pocos
centímetros sobre las aguas del lago, mientras el poder de la serpiente, creció
a un punto que su luz azul superó el brillo de la luna.
Momento que disparó su monstruosa llamarada,
la onda del disparo impacientó los cielos y devoraba los vientos con su
abrazador calor.
En ese instante el caballero extendió sus
deslumbrantes alas y salió disparado con tal fuerza y velocidad que las aguas
que apenas empezaban a unirse volvieron a expandirse.
Yutaro y Melody, permanecían a orillas del
rio, estaban atónitos aunque querían escapar, pero a dónde podrían ir… Se
mantuvieron observando atentamente, deseando desde lo más profundo de su
corazón que ganara la batalla…
Chocó violentamente la llamarada, provocando
un gran estallido, sin embargo, continuó avanzando a través de ella como un
rayo.
Destello amarillo que se abría paso a través
de la inmensa columna de azuladas llamas.
La golpeó causando un fiero estallido, sin
embargo, no se detuvo ahí, continuó empujándola brutalmente, mientras trataba
de traspasar su robusta piel escamosa.
Surcaron forcejeando los cielos hasta llegar a
las pocas nubes. Ahí continuaron la batalla, apenas divisible desde la tierra.
Yutaro y Melody, observaban estupefactos los violentos
destellos del choque de sus poderes, mientras corrían desesperadamente en busca
algún sobreviviente entre los escombros.
No obstante, el estruendo de la batalla era
tan preocupante que apenas podían alejar la vista del cielo.
Había cambiado el curso de la batalla con su
transformación, sin embargo, sus múltiples ataques aún no habían logrado traspasar
su piel.
Extendió sus alas y ascendió… Repentinamente,
se detuvo, sostuvo la espada con ambas manos, mientras la extendía a las
alturas.
— ¡Abiertas Sean Las Puertas De Los Cielos!
¡Súbitamente! Un descomunal sello comenzó a
expandirse sobre él.
Rápidamente voló a él, sin embargo, del sello
llovieron cientos de relámpagos, concentrándose en la espada.
El deslumbrante destello amarillo iluminó el
bosque, Yutaro y Melody, enmudecieron al contemplar el poder que sobre ellos
destellaba.
Justo cuando estuvo frente a él gritó
estruendosamente, azotó con furia la espada como si tratara de dividir el cielo
y la golpeó en la cabeza. El cielo se estremeció, del sello salió un inmenso
rayo que la disparaba violentamente a la tierra, mientras el sello decrecía.
La tierra tembló, al estrellarse contra ella,
un gigantesco cráter fue creado, los arboles destruidos y la bestia abatida, el
caballero fatigado descendía como ángel, aleteando suavemente sus plateadas
alas, con el brillo de la deslumbrante luna tras él.
Melody y Yutaro, miraban asombrados el descenso
de su ángel de la guarda, sus plegarias fueron escuchadas.
Sin embargo, un grito de dolor desquebrajó sus
tímpanos. La serpiente aún estaba viva y se revolcaba en el cráter, mientras
gritaba aterradoramente. Había perdido el ojo derecho y una gran herida en su
cabeza, bañaba su cuerpo en sangre.
Su hirviente sangre, envolvió su cuerpo en
llamas, los gritos empezaron a cesar, durante unos segundos hubo un perturbador
silencio.
¡De pronto! La bestia emergió de entre las
llamas con un descomunal e imponente rugido. De su cabeza emergieron dos
gigantescos cuernos, los cuales destellaban fuego azul.
La serpiente se arrastró velozmente,
destruyendo todo a su paso, dejando un camino de fuego que incineraba los
árboles.
Velozmente creó un gigantesco escudo de luz
eléctrica, impidiéndole que entrase a los escombros de lo que antes fue una
pacífica villa, sin embargo, lo destruyó fácilmente, embistiendo violentamente
con sus inmensos cuernos de fuego.
Intentó escapar, pero fue atrapado entre sus
fauces. Ascendiendo rápidamente. Aún no estaba perdido, bloqueaba sus colmillos
con todas sus fuerzas, para no ser engullido.
Uso sus poderes eléctricos para golpearla,
provocando que enfureciera y fue disparado de sus fauces con una poderosa
llamarada.
Como un llameante meteorito azul, cayó
bruscamente en el centro de los escombros. Su cuerpo rodó, entre llamas y
cenizas, a duras penas se incorporó, apoyándose de la espada.
Sin embargo, una gigantesca llamarada,
descendía violentamente sobre él. Inmediatamente disparó con su espada un
potente rayo, que bloqueó momentáneamente la caída del fuego, no obstante, el
violento choque de poderes, generó una violenta explosión.
Pero, rápidamente la serpiente volvió a
atacar, atravesando el fuego de la explosión, con otra inmensa llamarada. Exhausto,
el caballero creó otro escudo de luz eléctrica, mas está vez con potencia y
tamaño superior al anterior.
El escudo, impedía que el fuego lo alcanzase,
sin embargo, las llamas se esparcían por todo el lugar, mientras llovían por igual
al bosque, creando un círculo azul.
Asustados, Yutaro y Melody, veían como el
cielo sobre sus cabezas brillaba por la inmensidad de las llamas. Mientras sus
esperanzas de sobrevivir menguaban lentamente.
De pronto, las llamas comenzaron a descender
con mayor potencia, quebrando el escudo.
El caballero estaba perdiendo poder, sus alas
empezaban a desvanecerse y su pelo retornaba a la normalidad… ¡Súbitamente! Levantó
su espada y disparó un violento rayo, que a travesó el escudo, y la llamarada,
y golpeó brutalmente a serpiente entre sus fauces.
Las llamas se detuvieron, el escudo fue
quebrado, mientras la serpiente se balanceaba gritando de dolor… El caballero
poco a poco estaba perdiendo su transformación… Sin embargo, los cuernos de la
furiosa serpiente, brillaron y brillaron…
Nuevamente estaba reuniendo poder, planeaba
destruirlo todo con el próximo ataque… Desfallecido, el caballero cayó de
rodillas aceptando su inminente derrota… El dolor de haber perdido aquello que
debía proteger, fue lo que le venció… Sus fuerzas casi agotadas, al igual que
su voluntad.
Sin embargo, frente a sus ojos, entre los
escombros, dos niños cubiertos de cenizas lloraban sus pérdidas y observaban
como su última esperanza estaba a punto de desfallecer…
En ese momento vio un rayo de esperanza y
recordó a su amado nieto… No todo estaba perdido, aún existía algo porque luchar…
Sonrió…
Se incorporó apoyado por su espada… Apuntó la
espada a ellos, mientras sonreía… La llevó a su corazón y se reverenció ante
ellos.
— Yo… soy… ¡Mest el Inmortal, niego aceptar ser el último de mi clan… Dejo el
mayor tesoro de nuestra familia al único que con la potestad para heredar la Espada de los Agatares… Aky! —gritó mientras contemplaba
maravillado la espada entre sus manos.
— ¡Ven a mí, Armadura
del Dios del Trueno!
Gritó y clavó la espada en su pecho.
La espada empezó a desaparecer, mientras la
insertaba en su armadura, un violento rayo cayó, su cristalina armadura
destellaba una luz amarilla, sus ojos totalmente amarillos despedían
relámpagos, su pelo electrizado.
Una miríada de energía eléctrica recorría su
cuerpo, las rocas y los escombros a su alrededor flotaban por la energía que
los atravesaba.
El brillo descomunal del fuego de la serpiente
iluminaba todo el bosque, sin embargo, el destello amarillo resplandecía con
igual o mayor intensidad.
¡La serpiente disparó!
Se colocó en posición, extendió sus eléctricas
alas y salió disparado más rápido que cualquier rayo, su poder de ascensión fue
tan drástico que la tierra donde estuvo se quebró con un agresivo estallido, el
vendaval provocado dispersó el círculo de fuego.
En un instante atravesó violentamente la
llamarada disipándola con su increíble poder, no había nada que pudiera
detenerlo…
Hasta estrellarse contra la serpiente,
provocando una inimaginable explosión de llamas azules y rayos amarillos… La
luz… El poder… La explosión.
El destello era tan asombroso que Yutaro y
Melody, ni si quiera podían mirarlo… Los imparables vientos de la explosión,
disipaban los escombros y los mandaron a ellos a volar…
…
Desconcertados abrieron sus ojos, luego de
haber caído y rodado por todo el suelo. Todo había pasado ya… Mest, caía
rápidamente, mientras su transformación desaparecía, al verlo, corrieron a él
sin pensarlo…
Cayó abatido, con su espada y escudo a su lado
y su armadura destrozada… Había recuperado su forma de anciano.
No sabían si había muerto… Sin embargo,
lentamente abrió sus ojos y sonrió felizmente al verlos a su lado, aún con su
cuerpo y rostro ensangrentados.
— Ha… sido el más… digno de los finales…
gracias a ustedes he tenido… la suficiente voluntad… para dar mi vida… por un
bien mayor.
— Duele aceptar… he fracasado… mi deber era
protegeros… pero…
— ¿Qué es Nirvana?
—preguntó sobresaltado Yutaro, puesto que pensó era su única oportunidad de
descubrirlo.
— ¿Dónde… escuchaste eso…? —decía con tono de
moribundo.
— La serpiente lo estaba gritando. —dijo
preocupado.
Parecía intentar reír, pero el dolor lo
detuvo.
— Es la primera vez que escucho… que puede
entenderlo… los Heviros. —decía sonriendo,
pero divagando—. Nirvana… poder… existe… mar Bernia… —decía mientras cerraba los ojos poco a poco.
— ¿Quién es usted y por qué nos protegió? —preguntó
con lágrimas en sus ojos Melody.
— Sólo… un viejo… caballero… cumplía… vieja
promesa… viejo amigo… —dijo manteniendo los ojos abiertos forzosamente.
— Por favor… cuida espada… dueño legítimo…
buscarla… —dijo antes de cerrar los ojos y entregarse a los brazos de la
muerte.
— ¿Ahora qué vamos a hacer Yuta? —dijo
llorando.
— Poder, Nirvana, Bernia, no lo sé, no sé qué
hacer, pero tenemos que irnos, el bosque está en llamas… Ya no queda nada. —dijo
llorando y furioso.
— ¿Ir… dónde? Nunca hemos salido… Voy a
enterrar a mis padres. —dijo llorando.
— Lo menos que podemos hacer es enterrarlos a
todos. —dijo llorando, mientras pateaba furioso escombros.
***
Enteraron cada uno a sus familias, sin
embargo, no había nada más que escombros y cenizas, no quedaba nada de sus
familias.
Yutaro, al terminal primero fue a ayudarla, no
era un momento en que quería estar solo, tampoco ella, pero al llegar no la
encontró, también había terminado.
Debajo de los escombros de la su casa sintió
el Aura de alguien que había sobrevivido. Se apresuró a retirar escombros para
rescatarle. Mas sintió que él le hablaba a su mente como siempre lo hacía.
— Sé que estás escuchando así que por favor
vayan sin mí… Seré una carga para ustedes, sabes que no puedo valerme por mis
propios medios. Con todas las bestias mágicas que hay en el bosque no lo
lograremos los tres.
Yutaro se detuvo e intento hacerlo recapacitar,
pero fue inútil…
— No le digas nada a ella… Cuídala bien por
favor… Adiós amigo mío.
Con lágrimas en sus ojos e impotente decidió
abandonar a su mejor amigo, ya que él tenía razón y ambos lo sabían.
Fue a buscarla, la encontró llorando
desconsolada sobre la tumba que había preparado para sus padres. No tuvo el
valor de acercarse, la dejó y fue a preparar tumbas para los demás aldeanos…
…
El sol se eleva en el horizonte, su calidez abraza
con ternura, mas el bosque arde en llamas y aquello ayer fue una pequeña y
alegre villa, hoy es un cementerio silencioso de llamas, cenizas y escombros…
Más que desolador, el paisaje era desgarrador,
citando un viejo libro… No quedó piedra sobre piedra que no haya sido removida por
la ira descendiente de los cielos.
Al medio día habían terminado de enterrarlos a
todos. Ella notó algo extraño, que él recordó el nombre de cada uno de los
habitantes de la villa y lo escribió sobre sus tumbas… Nunca lo habría esperado.
— Creo que es hora de irnos. —dijo Yutaro con
sus ojos rojos de tanto llorar.
— Sí… Vamos. —respondió aún con sus mejillas
mojadas.
Salieron de la villa, pero antes de partir,
dieron un último vistazo al único lugar que una vez llamaron hogar.
Negras nubes cubrieron el sol, mientras las
lágrimas del bosque despedían silenciosamente a sus últimos habitantes.
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